Gabriel Betanzos, Luis Delgado y Guadalupe López
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La palabra síndrome es un término empleado en medicina para describir algunas enfermedades en las que se observan cambios evidentes en el paciente, quien, además, lo declara. En el caso particular del síndrome metabólico, las manifestaciones y los cambios tienen mucha relación con la calidad, cantidad y asimilación de nutrimentos provenientes de los alimentos. Sus principales consecuencias son: el desarrollo de diabetes o una enfermedad cardiovascular.
El síndrome metabólico es cada vez más frecuente en la población; se asocia con la presencia de obesidad, y sus expresiones pueden aparecer en forma seriada o simultánea. El concepto de síndrome metabólico está documentado en la literatura médica, por lo menos, desde hace 80 años y ha recibido diversas denominaciones a través del tiempo. En 1923, el médico sueco Kylin fue el primero en observar la asociación frecuente entre: niveles altos de azúcar en sangre (hiperglucemia), presión arterial elevada (hipertensión) y niveles altos de ácido úrico en sangre (hiperuricemia), lo que lo llevó a pensar en una causa común y dio origen a esto que hoy en día se conoce como síndrome metabólico.1
Actualmente, diferentes organizaciones de salud proponen diversos criterios para diagnosticar el síndrome metabólico, y puede dar la impresión de que la falta de consenso se podría deber a que tales criterios son imprecisos e incompletos; el punto es que cada uno de ellos fue creado para poblaciones específicas en el mundo, con base en su etnia y estilo de vida, pero dada la diversidad humana, esto hace técnica y prácticamente muy difícil establecer una serie de criterios válidos para nuestra población en general; lo que es todavía más difícil, al no existir tratamiento clínicamente probado, incluso para algún segmento de población. Lo cierto es que el síndrome metabólico debe ser tratado como un cuadro clínico –es decir, el conjunto de síntomas que tiene el paciente y las observaciones que hace el médico sobre su estado–, por sus efectos adversos en la salud.
El tratamiento fundamental consiste en llevar una dieta equilibrada que permita bajar de peso –o mantener el adecuado– y realizar una actividad física conveniente, en función de la edad, sexo y condición física del paciente, pues no se cuenta con un procedimiento médico específico, ni con medicamentos para todas las alteraciones que componen el conjunto del síndrome metabólico; sin embargo, existen diversos fármacos que coadyuvan a controlar cada uno de sus componentes, como los que ayudan a bajar la presión sanguínea, a disminiur la concentración de azúcar en sangre o aquellos que permiten bajar de peso.
Características del Síndrome Metabólico
A lo largo de los últimos 20 años, ha aumentado de manera importante el número de personas con síndrome metabólico, el cual se asocia con otras dos enfermedades que afectan a la población mundial: obesidad y diabetes.
Otros nombres con los que se conoce el síndrome metabólico son: síndrome X, el síndrome de resistencia a la insulina, síndrome de Reaven y cuarteto mortal (encabezado por la obesidad, la cual origina a su vez: diabetes, hipertensión y colesterol alto, conocido este último como hipercolesterolemia).1, 4
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El origen y evolución del síndrome metabólico es complejo y existen varias interrogantes al respecto. Se sabe que intervienen tanto factores genéticos como ambientales, y en la actualidad, una de las explicaciones más aceptadas por los científicos –por ser lo que da origen a las consecuencias del síndrome metabólico– es la resistencia a la hormona conocida como insulina. Esto significa que todos los tejidos ya no responden a la acción de esta hormona, la cual ayuda al cuerpo a captar y utilizar el azúcar como fuente de energía; al haber resistencia, el cuerpo seguirá produciendo más y más, pero como los tejidos no responden a ella, el cuerpo no será capaz de usar el azúcar apropiadamente.3, 6 Esto desencadena otros problemas de salud como colesterol alto, elevación de la presión e infarto.2, 4-6
Lamentablemente, el diagnóstico temprano es complicado, sobre todo porque el síndrome metabólico es un maestro del disfraz, debido a que no se trata de una enfermedad única, sino de una asociación de complicaciones que pueden aparecer en forma seriada o simultánea, en un mismo individuo, sin que él lo perciba de forma inmediata.3,4
Los parámetros más difundidos para identificar el síndrome metabólico son los propuestos por el Tercer Panel de Tratamiento del Adulto del Programa Nacional de Educación en Colesterol, 2001 (NCEP ATP-III, por sus siglas en inglés), actualizados posteriormente, en 2005, por la Asociación Americana del Corazón2-4 (ver cuadro 1).
¿Qué hacer?
El síndrome metabólico se incrementa constantemente en todo el mundo, como resultado de la obesidad, sus consecuencias seguirán teniendo una alta repercusión en la población, debido a que no sólo induce el desarrollo de enfermedades como diabetes, hipertensión y alteraciones en la concentración de grasas en sangre, sino que por sí mismo es desencadenante de enfermedad cardiovascular.
Aunque la resistencia a la insulina juega un papel central en el desarrollo del síndrome metabólico, en la actualidad, no hay un origen único que explique su inicio y desarrollo, por lo tanto no existe un tratamiento médico específico. En la práctica, es importante implementar y fomentar programas de adquisición de formas de vida saludables y crear programas de detección temprana así como, de prevención y control en pacientes con este síndrome.
Currículum
Gabriel Betanzos Cabrera es doctor en Ciencias con especialidad en Bioquímica por la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN México y el Oak Ridge National Laboratory, Estados Unidos de Norteamérica, es profesor investigador titular “C” adscrito al Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Su campo de investigación es la nutrición molecular. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1 y cuenta con reconocimiento como perfil PROMEP.
Luis Delgado Olivares es doctor en Ciencias en la especialidad de Genética y Biología Molecular, por parte del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (CINVESTAV). Estudió la Maestría en Biotecnología en el Departamento de Alimentos de la Facultad de Química de la UNAM. Es profesor investigador del Área Académica de Nutrición, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Guadalupe López Rodríguez es doctora en Nutrición y Alimentos por la INTA-Universidad de Chile. Es profesor de tiempo completo del Área Académica de Nutrición, Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Referencias
1. A. J. Cameron, J. E. Shaw y P. Z. Zimmet. “The Metabolic Syndrome: Prevalence in Worldwide Populations”. Endocrinol. Metab. Clin. North Am., 33, 2, (2004): pp. 351-75.
2. K. D. Bruce y C. D. Byrne., “The Metabolic Syndrome: Common Origins of a Multifactorial Disorder”. Postgrad Med. J., 85, (2009): pp. 614-21.
3. S. M. Grundy, J. I. Cleeman, S. R. Daniels, K. A. Donato, R. H. Eckel, B. A. Franklin et al. “Diagnosis and Management of the Metabolic Syndrome: An American Heart Association/ National Heart, Lung, and Blood Institute Scientific Statement”. Circulation, 112, (2005): pp. 2735-52.
4. R. H. Eckel, S. M. Grundy y P. Z. Zimmet. “The Metabolic Syndrome”. Lancet, 365, (2005): pp. 1415-28.
5. D. Arshag, y M. D. Mooradian. ”Cardiovascular Disease in Type 2 Diabetes Mellitus. Current Management Guidelines”. Arch. Intern. Med., 163, (2003): pp. 33-40.
6. A. D. Mooradian. “Dyslipidemia in Type 2 Diabetes Mellitus”. Nat. Clin. Pract. Endocrinol. Metab., 5, 3, (2009): pp. 150-9.